
Las vacaciones suponen un momento de desconexión, de felicidad, un reencuentro con nuestro círculo de confianza y la oportunidad para relajarnos o realizar las actividades de ocio que no podemos realizar durante el curso laboral, como viajar o realizar alguna escapada. No obstante, la vuelta al trabajo puede suponer una ruptura con el bienestar que nos supone estas actividades, ocasionando una serie de síntomas como estrés, apatía o tristeza. Esto es lo que conocemos como síndrome postvacacional.
En este artículo hablamos sobre qué es el síndrome postvacacional y reflexionamos sobre qué podemos hacer para que este proceso sea lo más llevadero posible.
¿Qué es el síndrome postvacacional?
Lo primero que tenemos que explicar es que, actualmente, el síndrome postvacacional no está catalogado como una enfermedad o trastorno. Por tanto, se trata de un proceso de adaptación al reencuentro con la rutina laboral en el que pueden aparecer una serie de síntomas muy diversos, tanto en la dimensión física como psicológica.
Pese a no estar considerado oficialmente como un trastorno, algunos autores sí defienden su conceptualización como una enfermedad, sosteniendo que la enfermedad consiste en cualquier problema que afecte a nuestra esfera de bienestar.
Sea como sea, lo que sí está claro es que, en caso de que este proceso de readaptación fracase y se sostenga en el tiempo, pueden aparecer problemas clínicos como el trastorno de ansiedad generalizada o el estrés crónico.
¿Cómo se da este síndrome postvacacional?
Planteemos el escenario. Nos encontramos en nuestro periodo vacacional, disfrutando de largos ratos sentados en el borde de la piscina observando al resto de familias, niños enfrascados en un frenesí de actividad. Nos relajamos en las playas, sintiendo esa agradable sensación de satisfacción relacionada con la calma y que nos dice algo así como “todo está bien tal y como es ahora”. O bien, nos damos algún que otro garbeo nocturno en algún garito o en las verbenas de los pueblos, recibiendo constantes chutes de dopamina, ese neurotransmisor que nos imbuye de un placer intenso a corto plazo.
Sin embargo, el paso del tiempo nos recuerda que el verano llega a su fin. ¿Qué sucede al final de las vacaciones?, ¿qué pasa al retomar las dinámicas familiares habituales o el reencontrarnos nuevamente con el trabajo? Este cambio abrupto puede ocasionar en personas altamente predispuestas el síndrome postvacacional, altamente relacionado con el ‹‹síndrome general de adaptación›› propuesto por Hans Selye. Nos encontramos con los madrugones, los turnos laborales que nos privan del placer de poder hacer lo que nos apetezca cuando nos apetezca, un nuevo estilo de vida y con ambientes laborales que pueden resultar frustrantes o estresantes. Además, muchas personas pretenden retomar la faena y cargarse precipitadamente con ingentes cantidades de trabajo sin respetar el ritmo natural de readaptación.
Como consecuencia psicológica de todo esto aparece el síndrome postvacacional. Se trata de un periodo de tiempo de aproximadamente 15 días en los que el trabajador experimenta una serie de molestias psicológicas que no se han de minimizar y que requiere tomar una serie de medidas que fomenten el autocuidado durante este proceso, que además pueden ser clave durante el resto de la temporada laboral.
Características del síndrome postvacacional
Como hemos mencionado, este síndrome puede manifestarse de diversas maneras:
- Lo habitual es la aparición de un cuadro de astenia (una sensación generalizada de cansancio, falta de fuerzas, debilidad muscular y lentitud psíquica).
- Problemas de insomnio nocturno y somnolencia diurna.
- Pérdida de concentración.
- Sensación de desidia y hastío hacia el trabajo.
- Sensación de angustia vital que puede desembocar en la incapacidad para tomar decisiones.
- Aumento de agresividad e irritabilidad.
- Posible cuadro depresivo.
Todos estos síntomas pueden tener consecuencias importantes en la vida de la persona que los sufre, afectando a las relaciones con los demás, especialmente con los compañeros de trabajo o con la familia cercana. Estos problemas se recrudecen si la persona no tiene una conciencia real de cuál es el motivo de lo que está pasando, aunque, a nivel persona, se tiene conciencia de que algo no funciona.
Factores de riesgo
Hay algunas situaciones o estados que predisponen a padecer este síndrome:
- Vacaciones largas, agotadoras o durante las que no se descansa adecuadamente.
- Dificultad para adaptarse al ámbito laboral, independientemente del periodo vacacional.
¿Cómo podemos prevenir el síndrome postvacacional?
Existen algunas medidas que podemos tomar durante las vacaciones para prevenir su aparición:
- Mantener un cierto horario durante las vacaciones que nos permita mantener un cierto ritmo vital.
- Retomar progresivamente la rutina habitual conforme se acerca el final de las vacaciones, de manera que el cambio final no resulte tan abrupto.
- Tratar de evitar una motivación excesiva hacia las vacaciones durante el curso laboral. Puede resultar útil mantener ciertas aficiones desarrolladas en las vacaciones durante la rutina habitual.
- Dividir el periodo vacacional en varias partes puede ayudar a todo lo anterior.
Al retomar el trabajo, podemos tomar algunas medidas que eviten una sensación de saturación:
- Dedicar los primeros momentos del trabajo para ordenar el puesto de trabajo para evitar montones caóticos.
- Realizar un esfuerzo para organizar la agenda con un orden de prioridades y de manera realista para no tratar de abarcar demasiado.
Las estrategias de prevención han fallado, ¿qué puedo hacer?
Tras este periodo de adaptación, estos problemas suelen desaparecer. No obstante, en algunas ocasiones, pueden producirse problemas más graves que necesiten intervención profesional. En este sentido, puede tomar un rol importante la depresión, asociada a una baja autoestima, dando como resultado sentimientos de infelicidad, tristeza o desaliento. Como consecuencia, estas personas pueden recurrir a diferentes medios para tratar de evadirse de estos sentimientos, tales como drogas, alcohol u otras conductas de abuso, dando como resultado un deterioro en las relaciones sociolaborales y familiares.
Conclusión
Aunque el síndrome postvacacional no sea descrito como una categoría diagnóstica, es necesario vigilar y llevar a cabo algunas medidas que prevengan posibles complicaciones. Para ello, es importante que las vacaciones estén bien diseñadas y nos provean de un descanso activo que mantenga la mente despierta para disfrutar de las vacaciones sin que cueste tanto volver al trabajo.
Por otro lado, hemos de procurar que los primeros días de vuelta al trabajo sean agradables, evitando el atasco de tareas e introduciendo cambios progresivos en el ritmo laboral, potenciando hábitos positivos adquiridos durante las vacaciones y tratar de evitar excesos de compromisos.
En caso de complicarse, siempre queda jugar la baza del tratamiento terapéutico individualizado e, incluso, farmacológico.